lunes, 22 de marzo de 2010

CAPITULO 1, 2 y 3

Morirse de aburrimiento no era una opción, Charlotte Usher ya estaba muerta,
Pam y Prue continuaron parloteando muy ocupadas, y Charlotte lanzó a su aparato una mirada cargada de resentimiento.

Todos los teléfonos, y los cubicuelos, eran idénticos, de color rojo sangre, con una única luz parpadeante en el centro.
No es que la llamada la hubiera pillado en el pasillo y no hubiese llegado a tiempo o algo por el estilo.

Pasar día tras día allí sentada, incomunicada era algo terriblemente frustrante para Charlotte, por que no decir más que bochornoso.

A su llegada, recordó, los chicos de Muertología tuvieron que esperar en un sala monocroma vacía, como la celda de una prisión pero sin barrotes.

El señor Harkov era uno de esos tipos impacientes que no toleran con facilidad comentarios sarcásticos de subordinados, pero podía leer la confusión en el rostro de los becarios y se sintió obligado a ofrecerles una explicación.

Charlotte escuchaba escéptica, sabía sobradamente por haberlo experimentado en sus propias carnes que la simpatía, la empatía hacia los demás, era un don que o se tenia o no, y la mayoría de la gente no lo tenía.


En la habitación, todos estaban ya emparejados con pacientes, mentores e incluso mascotas tiempo ha fallecidos, aquellos conmovedores encuentros emocionaron a Charlotte, que ahora miró a su alrededor, intrigada por ver quién le habría tocado a ella, pensó que sus padre por primera vez en mucho tiempo.


Charlotte solo pudo concluir una cosa; fuera lo que fuese aquello. Era todo menos una escalera al cielo.
Un día mas y la misma rutina, Charlotte se paso la tarde mirando por la ventana y se fue a la cama después de otro día tan aburrido.

Estaba claro que Maddy era diferente a las demás chicas, pero al menos estaba allí, para Charlotte, significaba mucho, todos los demás estarían demasiado ocupados trabajando o reuniéndose con sus seres queridos o lo que fuese.

Charlotte no tenía demasiado claro quiénes podía estar ella dejando tirados, si a sus compañeros de trabajo o a los que le llamaban por teléfono, sobre todo teniendo en cuenta que no parecía que ni unos no otros estuviesen prestándole demasiada atención.

Charlotte giró la cabeza y lanzó una mirada asesina a los becarios, que, con disimulo, no perdían ripio de su agarrada con Pam, al hacerlo, uno a uno bajaron los ojos e hicieron ver que trabajaban, todos excepto Maddy.

Scarlet no era tonta, conocía los peligros que entrañaba el no estar juntos, el no fabricar nuevos recuerdos, era la sentencia de muerte de toda relación, y al final de la conversación de la noche anterior debía tomarse como un indicador, cualquiera hubiese dicho que el paciente estaba, cuando menos, enfermo.

Ese día la pedicura era un asunto de extrema urgencia, se estaba engalanando para su gran cita con Josh Valence, un chico de último curso de Gorey High, el mayor rival de Hawthorne HIgh.

Petula esperó unos segundos más y luego descendió el paseo de entrada hasta la acera y se metió en coche de Josh.

Scarlet recostó a Petula sobre sus rodillas y empezó a mecer su cabeza, rebuscó en el bolsillo de su abrigo vintage negro con cuello de astracán y marcó el 911.

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