miércoles, 9 de diciembre de 2009

CAPITULOS 19, 20, 21

Charlotte y Scarlet estaban pasando un rato i en el dormitorio de Scarlet, pero por primera vez ambas sentían que vivían en mundos distintos. Scarlet estaba tirada en la cama, entre cojines de terciopelo arrugado oscuro, dibujando inocentes muñequitas de porcelana de ojos grandes y siniestros cuerpos desproporcionados, mientras que Charlotte se paseaba de un lado a otro como un tigre enjaulado.

Charlotte se levantó y se acercó al cartel del tour de Death Cab for Cutie que Scarlet tenía colgado en la pared. Tratando de sacar a Scarlet de sus casillas, deslizó los dedos por el filo, como si buscara hacerse un terrible corte con la hoja. A otros les hubiese costado seguir mirando, pero Scarlet no quería darle esa satisfacción.

A la mañana siguiente, Scarlet y Charlotte resolvieron poner en práctica su jueguecito en la piscina del colegio con tiempo, antes de que comenzaran las clases de Gimnasia. Las únicas luces que aparecían encendidas eran las que quedaban bajo el agua, de forma que los tímidos haces de luz se refractaban por el recinto de hormigón creando un marco de lo unís siniestro. Los vapores del cloro y el moho enrojecieron los ojos de Scarlet, aunque muy levemente.

Se sentó al lado de ella en la grada. La luz de la piscina despedía un resplandor sobrecogedor que los rodeaba como lava en la boca de un volcán. Las sombras de la ondulación del agua bailaban sobre el rostro de Scarlet hipnotizando a Damen, que se esforzaba por sacarse unas palabras de la cabeza y hacerlas brotar de su boca.

Ambos salieron disparados hacia el extremo opuesto ele la piscina, chapoteando con brazos y piernas. Él podía haber ganado fácilmente, pero no se trataba de eso. Charlotte nadaba con tanto empeño que aminoró, admirado por el espíritu competitivo y la determinación de ella, y ambos tocaron la pared al mismo tiempo.

Damen cerró los ojos. Scarlet le empujó juguetonamente contra la esquina y le plantó un potente beso en sus húmedos labios. Charlotte se acercó para besarle, pero la hermosura de sus rasgos la cogió desprevenida, y vaciló. Comenzó a besarle suavemente el cuello, ascendiendo despacio, provocándole, provocándose. Abrió los ojos para mirar sus labios antes de besarlos, pero le faltó poco para tragarse la lengua cuando vio a Prue flotando junto a la piscina.


El remolino aumentó su presión hasta que una ola se levantó sobre el bordillo, desbordó la piscina y fue a estrellarse contra el tabique que separaba la piscina del gimnasio. El torrente de agua hizo vibrar la pared, se filtró por debajo y entró en el gimnasio. Los chicos vivos que se encontraban en clase de Gimnasia repararon en la inminente inundación que avanzaba poco a poco hacia ellos y corrieron rumbo a las salidas.

Faltaba que el caos en el gimnasio llegara a oídos del director Styx, pero, entre tanto, éste afrontaba otro problema igualmente catastrófico: imponer un castigo a Petula por el incidente de Educación Vial.

Mientras él se aprestaba a evaluar los daños y un posible parte de heridos, Petula reparó repentinamente en Damen y Scarlet, que seguían abrazados, medio desnudos, si bien ya al menos fuera del agua.
Scarlet volvió la cabeza, incapaz de mirar a Charlotte a la cara, y siguió escurriendo su ropa. Al hacerlo, cayeron unas gotas ante el rostro de Charlotte, casi como si llorara, que era lo que más deseaba hacer en ese momento.


La lluvia inclemente atravesaba a Charlotte y se precipitaba al suelo mientras caminaba melancólicamente por la calle oscurecida lamentándose de su mala suerte. Deseó sentir la fría llovizna contra su cuerpo de nuevo, pero no podía. No era más que un recordatorio de que era tan hueca como la guitarra Ovation de Damen, y poco podía hacer ella ya para solucionarlo, ni ahora ni nunca. Nada podía tocarla, ni siquiera el chaparrón, pensó mientras vadeaba los charcos que se acumulaban. A decir verdad, Charlotte no tenía adonde ir, y no había dónde estar. No tenía hora de llegar a casa, ni nadie que la esperara despierto, ni aun necesidad de dormir.

El crepúsculo dio paso a la noche y la noche a la noche cerrada mientras ella proseguía sin rumbo por las gélidas calles bajo la atenta mirada de los gabletes que se alzaban majestuosos por doquier. De encontrarse solo en plena noche recorriendo penosamente oscuros callejones y bocacalles, otro no habría cesado de volver atrás la cabeza, pero lo único que podía temer Charlotte era la constatación de que sus sueños jamás se harían realidad.
Charlotte avanzó con sigilo hasta el pie de su ventana y lo vio allí, bañado por la luz de la luna, dormido en su cama doble. Podía ser que, como ella, necesitara aparcar los problemas, la confusión, y desconectar un rato. Una de las piernas le sobresalía de debajo de la sábana, una pierna desnuda, y podía entrever parte de sus boxers blancos bajo las sábanas verde militar.

Con el sol de la mañana llegaron los autobuses y los profesores y los estudiantes y las clases, y con el ruidoso ajetreo de los últimos rezagados, Charlotte despertó y cayó en la cuenta de que llegaba tarde a clase. Tenía el aspecto y la sensación de haber sido pisoteada por centenares de chicos vivos, como en efecto lo había sido. Se dirigió de inmediato al aula de Muertología, pero cuando llegó estaba vacía; todos se encontraban ya en el patio disfrutando del descanso, salvo Prue, a quien el profesor Brain había retenido.


Pareció que nadie reaccionaba igual al notición. Petula, que se encontraba en Expresión Oral leyendo ante toda la clase un artículo sobre «Cómo complacer a un hombre» sacado del último número de Cosmo, rebosaba de rencoroso placer ante la noticia.

El arreglo para vientos y timbales del Love Will Tear Us Apart de Joy División asaltó las clases de primera hora mientras la banda de música de Hawthorne High daba vueltas al edificio. Charlotte estaba muy por encima de todo ello, posada en una cornisa de piedra sobre la entrada. Al cabo de un rato divisó a Scarlet, que se aproximaba al edificio. Se apareció delante de ella y le dio un susto de muerte.

Lucinda, la profesora titular responsable del grupo de animadoras de Hawthorne High, se levantó inmediatamente para apoyar la propuesta de Scarlet. Era igualita que Dolly Parton, sin su talento, con una fabulosa pelambrera blanca, el rostro súper maquillado y unas larguísimas uñas pintadas de rojo chabacano.

Mientras todos aunaban esfuerzos con los preparativos para el baile en Hawthorne Manor, Petula y las Wendys aunaban los suyos para arruinarlo. Del dormitorio de Petula no brotaban maliciosos cotilleos. Estaban muy serias ellas, y era evidente que Petula empezaba a desquiciarse un tanto.

Scarlet decidió hacer otra intentona para investigar a Prue. Había llegado a la conclusión de que el saber es poder y quería estar preparada. Volvió a teclear «Prue», si bien en esta ocasión armada con la contraseña —«listoparaimprimir»— de su supervisor de prensa, el profesor Filosa, la cual había «obtenido» del cajón de su mesa.Esta panzada de autocompasión no era propia de Prue, pero estaba convencida de que con la nueva estrategia de celebrar el baile en la casa a fin de conservarla, y el asunto aquel del Beso de Medianoche, Charlotte los había arrastrado peligrosamente cerca del Olvido. Es más, se sentía por completo, o casi, incapaz de hacer nada para detenerlo.

CRITICA, OPINION O COMENTARIO: pues yo pienso que no hay que ser tan egoistas y compartir con otras personas, es mejor compartirlo que estar sola.

¿En que se parece o relaciona la lectura con tu vida cotidiana?
que no hay que pensar nada mas en nosotros mismos, hay que darle pauta a otras personas, todos tenemos las mismas capacidades y tambien podemos lograr todo lo que nos propongamos, cada dia mejorar siempre y cuando quieras hacerlo.

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